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jueves, 1 de septiembre de 2016

Descubir nuevamente el AIKIDO

Cada año, muchas personas se suman a la práctica del AIKIDO. Muchas de estas personas, consiguen progresar, enriquecerse y nutrirse de todo lo que el Arte del Aikido puede ofrecerles. Son aquellas personas que pasan a ser "alumnos", " estudiantes" de Aikido o "seguidores del Arte del AIKIDO". Éstas personas viven un descubrimiento, sienten en muchas ocasiones por primera vez una aproximación directa con la cultura del BUDO a través de lo que el mismo AIKIDO aporta, y se sienten motivadas y de un u otro modo, "en el camino", sea este consciente o inconsciente.

También cada año, ( y digo año por poner un periodo determinado ) muchos estudiantes dejan la práctica por un determinado motivo: incompatibilidad horaria con el trabajo, quizás fundamentalmente falta de motivación, o cualquiera que sea la razón. Puede que algunas  personas que cesan su actividad vinculada al Aikido lo hagan porque no acaban de encajar con las propuestas que el AIKIDO tiene / ofrece , y suelen ser personas que abandonan la práctica al poco tiempo de iniciarla. Podría decirse que fuera cual fuera el motivo real que hizo que ellos no continuaran la práctica ( el ambiente del dojo, el instructor, sencillamente que no le gustó ) no permitió tampoco que el Aikido se manifestase en ellos, es decir, que abandonaron sin conocer el Arte mínimamente. Hay muchas artes marciales, y cada uno debe encontrar la suya en su búsqueda, y en ocasiones también el arte, en ocasiones, sea cual fuere, aparece.
 Contrariamente también hay personas que dejan el Aikido, después de dos o tres años de práctica. No digo que estas personas sí conozcan "los secretos del AIKIDO", pero ciertamente y en comparación con los anteriores éstos si cesan con un conocimiento algo más profundo.

Ciertamente hay tantas circunstancias que motivan tanto el incio de la práctica como su finalización, así que ante la imposibildad de determinarlas todas ( tampoco hay necesidad, ni es la finalidad de este artículo ) quisiera centrarme primero en aquellas personas que cesan su relación habiendo practicado dos o tres años, vamos, aquellas que ya tienen un conocimiento de lo que es el AIKIDO.

En muchas ocasiones, el estudiante que abandona la vía después de dos o tres años, suele hacerlo por una cuestión de motivación. Éste es el principal problema.
En este punto, valen todas las excusas, desde antiguas lesiones que aparecen o desaparecen, incompatibilidad horaria, el nacimiento de un hijo, quedarse en el paro, cambios familiares, cambios de domicilio....Todas ellas excusas perfectamente válidas, pero que esconden una falta de motivación real en la práctica. ( Hagamos un sereno ejercicio de introspección sincera y veamos lo que somos capaces de hacer cuando sí estamos motivados, )
En mi opinión, puede suceder que el ambiente de nuestro dojo se nos muestre monótono, en ocasiones injusto , bien porque se promociona a las personas que son  más "afines"  políticamente hablando, (y lo digo suavemente,  )  bien porque nuestra práctica se torna apagada y poco creativa, o bien porque  sentimos con  nuestro instructor/ maestro y compañeros  una especie de "desenamoramiento progresivo" que va en la línea de aburrirnos y hacernos pensar en abandonar y centrarnos en otros retos o en nuevas cosas. Pueden haberse dado discusiones, desencuentros, etc, los motivos son muchos también aqui.

Como instructores, mantener siempre la capacidad de sorprender es tarea complicada, puesto estamos ante un arte con un KIHON ( técnica básica ) que requiere de mucha repetición para alcanzar la precisión,  y  aunque en  niveles más avanzados, podamos perdernos con variaciones creativas sin límites prácticamente, debemos necesariamente pasar por un proceso de aprendizaje que nos proporcione solidez,  y principios que desarrollar posteriormente.

Como instructores, tampoco digo que tengamos que estar permanentemente moviéndonos según los deseos del alumnado, pero sí digo y creo  que tampoco se pueden obviar las necesidades particulares de cada individuo , y pienso que hay que estar presente para ver, cuando hay que motivar, promocionar, alentar, y a la vez, corregir, sugerir,  dirigir, y permitir que cada alumno pueda pronunciarse libremente lejos de adoptar posicones impositivas que hablen de verdades absolutas, como el "NO!", el "MAL!", el "ESO ES INCORRECTO"!

Cuanto más se profundiza en el estudio del Aikido, más se huye de las verdades absolutas y en mi opinión, más cerca se está de "la escucha" de Uke, mucho más que una sencilla imposición provocada por palancas y luxaciones resumidas a través de técnicas.

En mi opinión estamos ante un arte vivo, de libre interpretación que requiere ser estudiado a través de varias perspectivas, primero para acabar de profundizar en el conocimiento del arte en sí mismo, y después para lograr establecer una manera propia de interpretación a través de la propia experiencia, haciéndolo, por lo tanto, adaptativo, primero hacia cualquier persona con la que trabajar de manera no impositiva  y después hacia nuestra propia persona, nuestro carácter y condiciones físicas.

Entonces qué podríamos decir a aquellas personas que se hayan desmotivadas y por ello, abandonan la práctica? Lo primero que creo que debemos intentar es no retenerlas. Cada persona es libre de ir y venir, de hacer lo que le plazca. Así que ¿ sería  posible, que esta persona que abandona tras años de práctica lo haga porque no le guste el AIKIDO  ? Ciertamente, ha tenido tiempo de ver y entender, por lo que no sería del todo descabellado decir, que en efecto, esta persona abandona la práctica porque en efecto, no le gusta el AIKIDO.

Y aquí llegamos al punto que quería tratar específicamente. Es bastante coherente que pueda suceder esto que comentábamos anteriormente, pero suele suceder, que o bien nuestro ego, o la presión del grupo, nos impidan abiertamente reconocer que no nos gusta el AIKIDO porque entonces resultaría que hemos estado perdiendo un tiempo precioso donde normalmente suele nacer una culpa proyectada en los demás o en los factores externos. No digo que no sea necesariamente así, aunque normalmente suele suceder así.
Mi opinión al respecto es que no existe tal pérdida de tiempo. Ése tiempo ha sido un precioso tiempo que se ha invertido en la formación como aikidoka y que, una vez vencidas las presiones y reconocidas las verdades y carencias propias y ajenas,  servirá para avanzar dentro del AIKIDO. ( El artículo de "las edades del practicante", habla un poco de este asunto )

Es decir, que estamos en un supuesto en el que podríamos decir que estas personas que han abandonado la práctica lo hacen porque no que no te ha gustado el AIKIDO que han practicado, pero la buena notícia es que el AIKIDO es algo mucho mayor a lo que uno haya podido aprender en un determinado dojo, con un determinado maestro o instructor. Mucho más grande, mucho, mucho más plural.
Darle esta oportunidad al AIKIDO es dársela a uno mismo.

Volviendo al asunto de la desmotivación, que suele concluír con el cese de la práctica, fijémosnos como choca directamente con esa burbujeante actividad desenfrenada que se siente en el momento de más intensidad y práctica motivada tiempo atrás, en una misma persona. Entonces, igual, lo que necesitamos es darle otra oportunidad al mismo AIKIDO y hacer por ampliar nuestros conocimientos y sensaciones.
¿Y Cómo consigo esto?  Pues  llevando a cabo la práctica de la mano de más instructores, más maestros y más compañeros, ampliar horizontes, ser más tolerante, abarcar más perspectivas.

Siempre encontramos el momento de hacer algo cuando estamos correctamente motivados.

En contraposición, sucede que en el momento de máxima actividad y motivación, por exaltación estamos ciegos y no vemos más allá de las puertas de nuestro dojo, compañeros o maestro. Aceptamos el rol que tenemos y lo potenciamos, lo aceptamos, lo cuidamos y no dejamos que nadie lo cuestione. Pero no deja de ser el resultado de un momento álgido de nuestra práctica en un momento determinado. Depende, demasiado del ambiente grupal,  ese progreso y esa dinámica.Sucede que es cuando uno entonces, suele sentirse desmotivado y lo deja. Porque además observa como dentro del entorno en el que se desarrollaba anteriormente un rol determinado, en un estado de motivación alto, se sigue con esa tendencia de la que uno ya no forma parte.

 Es por ello que cuando uno abandona, toda la escala de valores torna a un nivel más calmado, más alejado de lo que uno incilamente creía y empieza a valorar sinceramente sus propias sensaciones durante la práctica, a un nivel más libre, más íntimo, y esa también es una buena notícia, porque se ha trascendido a la aprobación y se está "investigando" o "en fase de escucha"


Pero es precisamente entonces, cuando más  necesitamos ampliar nuestra práctica. Es entonces cuando se entiende y se aprecia la pluralidad y la riqueza del AIKIDO. Cuando estamos subyugados a un modus operandi determinado, o fortuitamente a un determinado ambiente, es normal considerar que este es el correcto. "Es como el papá de cada uno, que es mucho mejor que el papá de los demás, donde va a parar."

Hay que ser valiente, en mi opinión, para huír de las verdades universales que comprenden totalitarismos, porque sencillamente nadie está en posesión de la verdad absoluta. Hay que ser valiente, para tratar de ampliar los conocimientos con interpretaciones que distan de lo aprendido, incluso en ocasiones uno observa contraposiciones directas sobre mismos conceptos explicados por diferentes maestros, pero no es nuestro papel juzgarlas, si no aprenderlas, tratar de acercarlas a nuestro yo más íntimo, más libre, para mejorar nuestro arsenal técnico como artistas marciales, y desde luego, hay que absorver todo lo posible de todas aquellas personas que tienen la capacidad de transmisión que nos llega, bien por empatía, carisma, o el mismo amplio conocimiento aplicado sin preguntarnos si son o no grandes maestros, porque cualquiera puede enseñarnos algo si somos capaces de estar atentos y además, existen demasiados perjuicios que nos impiden aprender plenamente. Creo que se debería reflexionar sobre esto.

Hay un proverbio oriental que habla de vaciar la taza, antes de inciar un nuevo camino o un cambio, porque con la "taza llena" no pueden absorverse más conocimientos. Mi parecer es que debemos hacernos con una taza más grande, porque igual lo que sé, puede llegar a servirme algún día sin saberlo conscientemente e incluso tampoco sé, si lo que sé, lo sé lo suficientemente bien como para descartarlo. Tampoco sé, si lo que aprendo hoy debe reemplazar lo que sabía o creía saber, como si este conocimiento adquirido fuera el sustento de mi propio ego, empeñado en no dejar entrar ningún conocimiento más. Así que creo que hay que abrazar plenamente cada nueva enseñanza de una manera limpia, sin juzgarla o compararla . Es decir, que prefiero absorver y trabajar antes de llegar deshechar nada, porque no sé si debo o no debo descartar nada, ahora mismo sólo aprendo y no hago ninguna otra cosa que no sea aprender o tratar de hacerlo de la manera más pura posible ( he aqui un trabalenguas complejo ) .
Hayándonos entonces, respecto a la metáfora, en un momento de desarrollo, mi idea en tono cómico frente a la serenidad oriental clásica, es adquirir una taza más grande donde quepa lo que creemos saber y lo que nos enseñan de nuevo sin que lo que sabemos entorpezca lo que nos enseñan y lograr desde la reflexión y la meditación, contemplar y sentir cada enseñanza.

Aceptar lo que nos dicen, no compararlo, sencillamente seguir la propuesta que nos dicen. Dejar que ese trabajo se asiente en nuestras bases, que busque su hueco, que desplace, que no desplace, dejándolo caer con naturalidad como piezas del  tetris, colocándose como piedras en un río de manera fortuita, sentirlo en nosotros, aceptarlo, para posteriormente, adaptarlo, estudiarlo, contrastarlo, hacerlo crecer, y crear nuestra propia paleta de colores y motivación lejos de factores externos que determinen nuestra práctica

Descubir entonces, nuevamente el AIKIDO