Es bien cierto también que muchas de las personas que son practicantes de Aikido, y que llevan más de 10 años, no saben decirte exactamente qué es lo que les atrae más de la práctica. Aunque curiosamente, casi todos saben más o menos el motivo por el cual empezaron.
" A mi me pareció que mi maestro hacía magia "
Ciertamente el tiempo pasa y uno descubre en su aprendizaje lo amplio y hermoso que es el AIKIDO, puesto que no requiere de ramas marciales adicionales, no necesita complementos.
El AIKIDO es en sí mismo un "modo de entender ". Es entero, completo.
La búsqueda del mejor AIKIDO dentro y fuera de uno mismo, ya supone un reto en el que una vida parece no ser tiempo suficiente.
Y es cierto también que el AIKIDO, parece ser un nivelador justo, una disciplina que le da a cada cual lo que cada cual hace por su entrenamiento.
Toda la parafernalia cultural asociada, es lo suficientemente amplia como para dedicarle asimismo una vida de estudio. La gran ventaja está en la asimilación. Muchas corrientes educativas persiguen memorizar, o superar exámenes cuya temática y composición varían de una legislatura determinada a otra. En AIKIDO, se prioriza el entendimiento, la comprensión, y el camino individual de crecimiento rechazando la violencia y la sobre-estimación del propio ego.
AIKIDO es siempre una elección ante un conflicto de energías, es una respuesta armonizadora, es un recuerdo constante del enorme camino que cada uno de nosotros tiene para ser mejor persona.
EL AIKIDO es un establecimiento de un nivel, una apuesta por el camino adecuado, una elección moral y ética, ante un conflicto donde destruír no está permitido.
AIKIDO enfatiza su concepto defensivo como un arte superior al fundirse con el agresor sin dañarlo, lo que nos brinda la ocasión de domar nuestras sensaciones más primitivas, y nos hace seres sin la necesidad de dar una respuesta agresiva ante una amenaza externa.
Por eso, se hace difícil poder expresarle a una persona neófita que en qué consiste el AIKIDO.
AIKIDO? "Ni te lo imaginas"
